Me ha vuelto a suceder. No ha sido una sorpresa; de hecho, es ya una especie de tradición conmigo mismo. Me refiero al cosquilleo, ese cosquilleo tan particular que se apodera de mí cuando se acerca la celebración de los Premis Ones Mediterrània.
Una de las banderas que puedo enarbolar con más orgullo es que tras toda una vida luchando nadie ha sido capaz de silenciarme.
“Algo se muere en el alma cuando un amigo se va” cantaban en aquella hermosa pero triste copla, y qué razón tenían.
Todas las historias, incluso las más extraordinarias, tienen un denominador común: un inicio modesto.
Comentarios recientes