Existen determinados momentos en la vida en los que uno se da cuenta de que toda la lucha y sacrificios realizados han valido realmente la pena. Son destellos, chispazos que tímidamente se acercan y se van, porque la batalla debe continuar. Pero durante esos brevísimos instantes, en ese lance de tiempo casi imperceptible para el ser humano, el círculo se cierra porque se puede comprobar que todo tiene un significado, que aquello por lo que se ha peleado ha servido para alguna cosa, y que si realmente existe un destino o nacemos con algún propósito es probable que lo estemos cumpliendo. Y ante ello, la respuesta más simple pero a la vez más acertada es sentirse satisfecho con el trabajo realizado. Y ser feliz (o, al menos, intentarlo).
Esta semana he vivido uno de estos momentos especiales. Aterrizó en mí en forma de un correo electrónico de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) en el que se me informaba de que el Consejo Nacional de Rectores de Costa Rica (CONARE) ha aprobado declarar el 2016 como el año de las universidades públicas por la Madre Tierra. Esto significa que todos los centros de titularidad pública del país centroamericano han acordado, según explican ellos mismos, “liderar la transformación de la sociedad para el bienestar social y la sustentabilidad ecológica, todo ello mediante su quehacer a través de la docencia, la investigación, la extensión o acción social y la producción”.
Algunos os estaréis preguntando por qué esta información sobre la lejana Costa Rica me produce tanta satisfacción. La respuesta es simple: Mare Terra Fundació Mediterrània y la Red Internacional de Escritores por la Tierra –entidades que presido- tienen un papel protagonista en esta historia. Y es que ambas son las impulsoras de los Encuentros de Escritores por la Tierra, una confluencia de artistas, ecologistas, intelectuales, cooperantes y demás mentes pensantes con algo que aportar que se reúnen físicamente cada ciertos años y que comparten un objetivo fundacional: la protección de la Madre Tierra por encima de todas las cosas. El próximo encuentro, gracias a un acuerdo con la UNA, tendrá lugar en la universidad costarricense los días 6, 7 y 8 de abril de 2016.
Que coincidiendo con el VII Encuentro de Escritores las universidades hayan mostrado este sólido compromiso con el medio ambiente no es casualidad. De hecho, la propia UNA también ha programado un máster que servirá como refuerzo y ampliación del evento. En resumidas cuentas, que en Costa Rica se están tomando muy en serio el medio ambiente y eso es algo que hay que aplaudir, porque se trata de un país que concentra aproximadamente el 5% de toda la biodiversidad que hay en el mundo pese a ser de reducido tamaño. A nivel personal, el hecho de contribuir en cierta manera a la creación de una generación de mentes brillantes que entienda y luche por solucionar el grave problema que tenemos con nuestra enferma Madre Tierra me produce, en todos los sentidos, una enorme satisfacción. Porque o los jóvenes toman el relevo y empiezan a agitar consciencias o nuestro futuro como humanidad es oscuro, tanto como el fondo del agujero en el que estamos cayendo.
Repito: existen determinados momentos en la vida en los que uno se da cuenta de que toda la lucha y sacrificios realizados han valido realmente la pena. Y hoy más que nunca, hoy que la humanidad no para de wwwstrar su falta de respeto hacia ella misma, hoy que existen millones de personas que están sufriendo, hoy que el ser humano niega la comida y la bondad a los suyos, me parece especialmente importante cualquier gesto, por pequeño que sea, que ayude a hacer del mundo un lugar mejor.
La Madre Tierra está enferma y hemos sido nosotros los que le hemos quitado la salud con nuestra avaricia, egoísmo y dejadez. Pero nosotros, tristes y débiles seres humanos, siendo los causantes del problema también powwws ser su solución. Celebramos el Día de la Tierra, algunos más avispados la Semana de la Tierra o el Año de la Tierra. ¡Basta de efemérides! Cada día debe ser el día de la tierra y debemos vivir de manera que no exista un matiz especial que nos recuerde que debemos cuidar nuestro planeta; levantémonos cada día pensando de manera automática que o nos ponemos las pilas o hasta aquí hemos llegado.
En el fondo, si la noticia de Costa Rica me proporciona tanta ilusión es porque confío en la creación de un ejército verde que empiece a poner las bases de la recuperación ambiental. Que mi lucha, y la lucha de tantos otros que han dedicado sus vidas a la protección del planeta, sirvan para algo. No dejéis morir nuestro trabajo y, con ello, nuestra razón de ser. Guerrilleros de la luz, en vosotros deposito mi esperanza…
Ángel Juárez Almendros
Presidente de Mare Terra Fundación Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra