Matemáticas, inglés y educación ambiental

Escrito por Ángel Juárez Almendros

Activista social, ecologista, escritor y poeta.

21 de junio de 2017

Matemáticas, inglés y educación ambiental

Siempre utilizo la misma anécdota para explicar cómo ha evolucionado la conciencia ecológica en nuestra sociedad. El próximo 13 de julio la narraré de nuevo, ya que celebraremos la vigesimosexta edición del ‘Día de limpieza de la playa’ (sí, vigesimosexta, existen fotos en las que no tengo canas que así lo demuestran). La historia es la siguiente: en una jornada de voluntariado ambiental celebrada en los años noventa, mientras los buzos recogían residuos  del agua encontraron… ¡una lavadora! Parece difícil de creer, pero había personas para las que el mejor cementerio posible para un electrodoméstico era el fondo del mar. Cuando en el ‘Día de limpieza de la playa’ los participantes comentan que encuentran pocos residuos, yo les recuerdo aquel hallazgo submarino y se les ponen los ojos como platos.

Esto demuestra que pese a que no corren buenos tiempos para los ecologistas hemos creado una sociedad comprometida con el medio natural, hasta el punto de que la anécdota de la lavadora parece irreal, casi una broma. Hemos evolucionado, aunque aún no hemos llegado ni a la mitad del camino. ¿Es posible construir una sociedad cuyos miembros respeten y cuiden el medio ambiente sin excepción? Quiero pensar que sí, porque para eso llevo toda mi vida luchando. Y si algo tengo claro a día de hoy, en estos tiempos oscuros de Trump y de desastres ambientales, es que no conseguiremos una sociedad plenamente comprometida con la salvación de nuestro planeta si no apostamos de verdad por la educación ambiental.

No quiero ir de gurú, que de esos anda el mundo lleno, pero alguna noción tengo del tema. La entidad que presido desde hace más de 25 años fue la primera de la provincia de Tarragona y una de las pioneras del estado en basar su acción en la educación ambiental. Siempre lo tuve claro: Mediterrània debía denunciar todos los atentados contra la naturaleza y ser guerrillera, pero el objetivo principal de la fundación era el fomento de la educación ambiental. Si algo hemos intentado durante más de dos décadas, y creo que no nos ha ido mal, ha sido hacer entender a todos esos niños y niñas que proteger los bosques, las playas, los árboles y los animales no era una opción para ellos sino una obligación moral como seres humanos. Y la única herramienta útil para conseguirlo ha sido la educación ambiental.

Cada vez existen más entidades que se suben al carro de la educación ambiental e imparten talleres y charlas, organizan excursiones por parajes naturales, etc. Es lógico y hay que celebrarlo, como el hecho de que actualmente todos los partidos incorporen propuestas ecologistas cuando hace quince años era un asunto que no interesaba y no aparecía en los programas electorales. Una vez tenemos el contexto, llega la hora de hacer la gran pregunta: ¿que el tercer sector apueste de manera firme por la educación ambiental es suficiente? Los muchos años de trabajo a mis espaldas y mi intuición, que sigue tan diligente como siempre, me hacen pensar que no. Nuestra función es necesaria, pero incompleta. Necesitamos ayuda.

Lanzo aquí una propuesta con la esperanza de que llegue a la opinión pública y se debata en los foros indicados. Disparo: creo que es necesaria la creación de una asignatura de educación ambiental que sea obligatoria para todos los alumnos que estudian en nuestro país. Una materia que esté al mismo nivel que las matemáticas, el inglés o la historia. Y es que… ¿para qué queremos que nuestros niños y niñas sepan conjugar el to be y hacer raíces cuadradas cuando nuestro mundo está muy enfermo y si no lo cambiamos radicalmente está condenado a morir? ¿De verdad es necesario que nuestros hijos e hijas sepan historia cuando el cambio climático amenaza seriamente su futuro? Mi tesis, basada en estudios respaldados por la inmensa mayoría de la comunidad científica, es muy simple: o los más jóvenes aprenden  a cuidar nuestro planeta, o muy pronto no tendremos planeta que cuidar. Es tan necesario impartir una asignatura de educación ambiental que me parece una insensatez que esta cuestión no se haya puesto todavía sobre la mesa.

Hay una frase de Cocteau que me encanta y encaja a la perfección con lo que aquí defiendo: “Formarse no es nada fácil, pero reformarse lo es menos aún”. No perdamos el tiempo e instruyamos a los más pequeños para que sean la generación más concienciada con el medio ambiente que haya existido jamás. Que sean tan ecologistas que cuando les cuente que una vez encontramos una lavadora en el fondo del mar, se piensen que me he vuelto loco o que quizás vengo de otro planeta.

Ángel Juárez Almendros. Presidente de Mare Terra Fundación Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra

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