El tiempo sigue pasando. Pese a la dura pandemia o las campañas de vacunación, el mundo avanza. Pero en nuestra ciudad, seguimos sin medidas ni proyectos. Estamos en un estado de pausa continua, desde hace ya demasiados años.
Yo acabo de llegar de Granada, mi ciudad natal. Y he vuelto gratamente sorprendido. La Anilla Verde de Granada ya es una realidad, y es impresionante. Esta era una larga reivindicación granadina, y se ha logrado.
También recuerdo la Anilla Verde de la Bahía de Santander, impulsada por la Fundación Naturaleza y Hombre, que recibió un merecido reconocimiento de los Premis Ones 2021.
Personalmente, celebro estos proyectos, porqué la acción ecologista i sostenible debe ser global. Aunque a la vez me siento desconcertado, y preocupado. ¿Y la de Tarragona? ¿Para cuándo la Anilla Verde? ¿Para cuándo un proyecto serio para el río Francolí?
No es la primera vez que hablo o escribo esto, pero siento la obligación de repetirme, porqué nada ha cambiado, porqué nada ha progresado, porqué estamos estancados, y estos son temas esenciales para nuestra ciudad.
Podría dedicar el artículo entero a proyectos que llevan años en boca de todos nosotros, pero que siguen dentro del cajón. ¿Pero cuánto espacio hay en el cajón? ¿Cuándo empezaran nuestros representantes a tomarse enserio estas actuaciones?
El mismo que escribe, se aburre. Cuando empecé a escuchar el proyecto la fachada marítima era de pelo moreno. Y ahora que tengo el pelo plateado, sigo escuchando las mismas promesas. Aún hablan del parking Jaume I, la tabacalera, de los transportes de mercancías peligrosas, de la Savinosa, de la recuperación del comercio de la ciudad, y muchísimos más. Es un hecho que otras ciudades hacen del progreso una realidad, y la nuestra no.
De verdad que me encantaría poder escribir un artículo más optimista, y poder dar la enhorabuena. Pero el momento parece no llegar…
La fachada marítima es un claro ejemplo. Hace más de 20 años que se habla de ella, y seguimos en el punto cero. Otros temas que me producen hasta carcajadas, como el tren-tranvía. Reuniones de horas con solo palabras, y sin nada bueno para Tarragona. Nunca tuvimos un Consejo Ciudadano, y ahora estamos hablando de Consejos de Distrito.
¿Y qué ha pasado con los planes estratégicos de un consenso generalizado de la ciudad? Días y días de reuniones. Los que se suponían que iban a convertirse en una guía consensuada de futuro para Tarragona. ¿Y la Cambra de Comerç aún existe? ¿Y la CEPTA?
Escribo esto recién llegado de una entrevista sobre la exposición fotográfica “Movimiento Social a Tarragona” que he realizado con el compañero Ángel Catena. Y vuelvo nostálgico y reflexivo. Porqué la Tarragona actual la han conseguido los vecinos y las vecinas, organizándose, saliendo a la calle y dedicando gran parte de su vida a luchar.
Pero estos últimos años, ¿se está haciendo lo mismo? Yo tengo mis dudas… ¿Estamos trabajando para tener una ciudad más habitable para generaciones futuras? A mí, sinceramente, no me lo parece. Pero tenemos la obligación moral de no dejar esto para el futuro, debemos dejarlo mejor a las generaciones que nos preceden.
Tampoco podemos dedicarnos a criticar sin proponer, debemos ser resolutivos. Por eso sugiero una reunión de ciudad, para llegar a principios de acuerdos y arrancar esto. Un acuerdo para que gobierne quien gobierne, no se pueda cambiar ni parar.
Pido al alcalde, como representante de toda la ciudad, que convoque un foro, sin protocolos, que cuente con todo el tejido ciudadano, social, político, empresarial, vecinal, etc. y que empecemos, punto por punto, a consensuar los temas esenciales de la ciudad. Con esto, nadie pierde, y todos ganamos. Tarragona necesita consenso. Ya no es momento de más palabras, ahora reclamamos hechos.
Para terminar con este discurso, os invito a reflexionar, analizar y crear. Os invito a visitar la exposición “Movimiento Social en Tarragona” que se encuentra ahora en el Mercat de Torreforta, y que a partir del martes 12 de julio estará en el Mercat Central. Una gran oportunidad para recordar, o aprender, de dónde venimos, que nos puede guiar hacia dónde vamos.
Y por último recordad, ¡que nadie os robe vuestra sonrisa!