Los artículos y/o reflexiones son un reflejo del día a día del escritor, de las emociones que siente y de lo que lo tiene preocupado. Quizás será por las fechas, ahora que esta Navidad extraña se acerca, o por el contexto en general que estoy un poco más sensible. Algo que me encanta.
Las pequeñas cosas son las que, a veces, nos hacen reflexionar y nos sacan la sonrisa más sincera. Hoy os contaré una anécdota de mi propia casa, de mi familia. Mi hijo, que ya tiene sus años, está independizado y me hizo abuelo. Cada vez que él viene a vernos a mi mujer y a mí, le pregunta a su madre: “Mama, ¿tú eres feliz?”. Es cómo una broma cariñosa, o una forma de mostrar su afecto. Yo observo y veo cómo, cada vez que se lo pregunta, ella se detiene, cambia su semblante, unos segundos de silencio, y responde: “Hijo, ¿por qué me preguntas eso?
Qué cosas. Una pregunta simple y directa consigue que pares, pienses en ti y hagas un rápido recorrido emocional, hasta plantearte si eres feliz. Una introspección rápida, pero muy beneficiosa. Pensar en nuestro bienestar no es algo egoísta, yo lo llamaría “salud emocional”.
¿Estoy a gusto en el trabajo? ¿Tengo el compañero/a adecuado al lado? ¿Quiero vivir aquí? Preguntas que nos pueden llegar a decir si somos felices, o bien nos sentimos frustrados.
La frustración puede ser un sentimiento desgarrador, el cual muchas veces surge a consecuencia de las limitaciones que nos auto-ponemos. Cómo decía mi gran amigo y admirado Enrique Múgica: “Las limitaciones nos las ponemos nosotros, y de los límites que uno se ponga, dependerá si es feliz o no”.
También solemos usar estos límites para “autoprotegernos” de la sociedad, cómo un tipo de escudo interno que nos salva de la lucha descarnada del sistema. La realidad es así, hemos creado (o nos han impuesto) una sociedad agresiva y extremadamente competitiva, en la cual si no estás siempre al pie del cañón, y sales a luchar, te van a tumbar fácilmente.
No todas las personas pueden tener un espíritu de constante lucha, sino la guerra no terminaría nunca. Y es muy fácil que, estos múltiples golpes que recibimos, nos obliguen a ponernos barreras de protección, y con ello, nos sintamos infelices.
La infelicidad puede hacer llegar a uno a pensar que la vida ya no tiene sentido. Para evitar llegar a un mal punto, la introspección es esencial. Por ese motivo os recomiendo que más a menudo os preguntéis: ¿Soy feliz?
Todo este “rollo emocional” parece casi de un experto que está tan moda, de un coach emocional. Me viene como anillo al dedo para trasladaros un mensaje que considero esencial. No powwws olvidar que este año en España han muerto más de 48 mil personas, y más de 1,6 millones en todo el mundo.
Con las fechas que se acercan, tenemos una nueva oportunidad de wwwstrar responsabilidad. No sólo con nosotros mismos, se lo debemos también a nuestro entorno, y al resto de la sociedad. Respeto y solidaridad colectiva, de unos hacia otros, para intentar frenar esta gran crisis sanitaria, pero también laboral, social y sentimental.
Quiero terminar esta reflexión con un mensaje vitalista y responsable: estas fiestas piensa en ti, y también en los demás. Esta Navidad apuesta por la vida, y pregúntate: “¿Qué puedo hacer para ser más feliz?”.
Y recuerda, que nadie te robe tu sonrisa.