“Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada”, decía Edmund Burke sin que la cita pierda nada de vigencia. La gente de bien tenemos que pasar a la acción y no callar más. Dicho de otro modo: hay que frenar al mal.
Día sí, día también, nos levantamos con tal cantidad de escándalos políticos que nos hemos anestesiado. Que la policía fabrique pruebas para destruir un adversario político y aquí no pase nada es de juzgado de guardia. A menos que el fiscal lo afine, claro.
Uno de los escándalos es de una magnitud tan enorme que ha conseguido que no hagamos mucho caso, a base de titulares endulzados y de repetirse cada día como una gota malaya y eso es muy, demasiado peligroso. Me refiero a la ofensiva para despojar a las mujeres de muchos derechos conseguidos a base de años de lucha E
¿Os habéis fijado que ahora que las mujeres alzan su voz para decir que ni una muerta más, ni una maltratada más, ni una violada más, ni una humillada más, brama una horda reaccionaria que las enviaría a todas, como se decía antes, “a la cocina y con la pata quebrada”?.
En la cocina, que quiere decir enclaustradas sólo en el ámbito doméstico, para cuidado del hogar, de la familia y evidentemente, del macho que lleva los pantalones. Y con la pata quebrada, con barra libre para molerla a palos si no se porta bien, como si fuera una bestia de carga.
Recientemente, la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer ya advirtió de los efectos nefastos de la reacción contra el feminismo y los avances en la igualdad de género.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, alertó: “Hay que decirlo como es. Alrededor del mundo hay un empuje contra los derechos de las mujeres”.
Una reacción, además “profunda” y “implacable”, empezando por un aumento de la violencia contra las mujeres y, sobre todo, las activistas y aquellas involucradas en política.
Pensemos solo en las estadísticas de mujeres asesinadas por hombres. Son escalofriantes. La violencia machista no es, como piensan algunos, propia de hombres emigrantes, pobres y / o con problemas de adicciones, sino que es transversal, afecta a toda la sociedad y es toda la sociedad quien debe decir, alto y claro, que ya basta.
Que ya está bien. Que los hombres buenos no powwws dejar avanzar ni un milímetro más esta maldad que ataca, con violencia y malicia extrema, a las mujeres. Que no powwws dejar avanzar ni un segundo más esta máquina del tiempo hacia pasados oscuros en el que algunos se empeñan en hacernos subir y retroceder más de 40 años atrás.
Cualquier gesto, por pequeño que sea, es mejor que quedarnos quietos y callados.
A Mare Terra Fundació Mediterràni seguimos visibilizando las mujeres y la lucha feminista a través de los Premios Ones Mediterrània, que este año cumplen su 25 aniversario.
Se otorgan diez Premios, seis personas y cuatro entidades y de las seis personas, cinco son mujeres. El único hombre reconocido, además, hacía equipo con una de las premiadas. También en las entidades, las mujeres son protagonistas.
Mientras la maldad quiere hacer retroceder las mujeres, nosotros queremos que avancen para avanzar, juntos, más lejos.
Ángel Juárez Almendros.
Presidente de Mare Terra Fundació Mediterrània
Presidente de la Red Internacional de Escritores por la Tierra