Ya hace cuarenta años, cuando éramos jóvenes militantes, una de las asignaciones que teníamos era la autocrítica, que venía a ser como la deconstrucción que decimos a día de hoy.
Estábamos en constante revisión. Cuando nos reuníamos vigilábamos el lenguaje que unos y otros usábamos, lo comentábamos y hacíamos autocrítica. A algunos les parecía exagerado, pero era una avanzadilla.
Muchos hacían chistes vejatorios, piropos completamente machistas y bromas que generaban odio. Pero las mujeres militantes sabían callarles. Eran mujeres trabajadoras y luchadoras. Recuerdo que una de las principales luchas en la que nos implicamos fue por el derecho al aborto. Era muy raro en aquellos tiempos ver a hombres reivindicando estos derechos.
En las Jornadas Culturales de Riu Clar solíamos programar la charla de un sexólogo que trataba la educación sexual de forma libre. Una pequeña revolución, desde un pequeño barrio, pero con un gran impacto y significado.
La libertad sexual de las mujeres ha sido extremadamente cuartada y reprimida durante siglos. De hecho, no hace tantos años, tuve que firmar para que le ligaran las trompas de Falopio a mi compañera de vida… Pero, gracias a la lucha incansable de las mujeres, el debate está sobre la mesa.
¿Hemos avanzado en derechos feministas? Sí, por ejemplo, con la nueva ley del aborto. Aunque aún queda mucho camino por recorrer. Desespera ver a representantes políticos poniendo en duda estos derechos o hablando de provida.
En estos momentos, en la política española hay mujeres ministras, diputadas, concejalas, senadoras, etc. que están trabajando muchísimo en las políticas feministas y que han conseguido implantar grandes leyes a favor de la igualdad de género. Me gusta ser optimista y estoy convencido de que este 2023 será un gran año de avances en derechos sociales y en políticas de igualdad.
Algo que sucederá en parte gracias a la política y, por encima de todo, por el movimiento feminista. Las mujeres, jóvenes y niñas que salen todos los 8M a manifestarse a la calle y que luchan todos los días, son las que romperán cualquier techo que el sistema les imponga.
Es necesario poner el foco en la juventud, ya que parece que estemos bajando la guardia. Además de salud mental, son cuestiones de igualdad. Las presiones estéticas y sociales afectan a todos los adolescentes, pero más a las mujeres y personas del colectivo LGTBIQ+. Con las desoladoras noticias recientes, de los suicidios adolescentes, hay que actuar. Hemos luchado y lo seguiremos haciendo, para que esto no suceda.
Debemos seguir trabajando conjuntamente por la feminización de la sociedad. Como recoge el Manifiesto de Solentiname de la Red Internacional de Escritores por la Tierra: “la liberación de la naturaleza y de la humanidad vendrá impulsada por una feminización del mundo”. Si no lo hacemos así, perderemos todos los valores.
Y recordad, ¡que nadie os robe vuestra sonrisa!